La primera normativa de residuos en España que potenció el término “Valorización de Residuos” fue la Ley 10/1998, de 21 de Abril, de Residuos, como objeto de adaptación a la legislación europea. Esta nueva ley respondía a una tendencia al crecimiento de la producción de residuos en España en esta época. Por lo tanto, la valorización de residuos en España es un concepto muy joven que apenas cumple la mayoría de edad, y su fama ha llevado un recorrido de crecimiento exponencial como “buque insignia” del sector residuos, potenciado principalmente por la normativa y en menor medida por la concienciación social y empresarial en la protección del medio ambiente y minimización de sus impactos.
En la actualidad, la finalidad del concepto “valorización de residuos” ha cambiado drásticamente. Si hasta hace escasos cuatros años la valorización de residuos tenía como objetivo principal el cumplimiento de normativa vigente y la pirámide jerárquica en la gestión de residuos, y sobre todo, como mejora de la imagen corporativa y concienciación social de las empresas dentro de su estrategia de marketing; actualmente el concepto ha dado un giro inesperado, convirtiéndose en una de las principales estrategias de negocio a la hora de plantear el estudio técnico-económico de un proyecto de tratamiento y gestión de residuos.
Actualmente el criterio de adjudicación del 90% de las licitaciones públicas y/o privadas es «Procedimiento abierto al precio más bajo de las propuestas técnicamente viables», es decir, la oferta técnica sólo sirve para ser apto o no apto para la ejecución del proyecto en cuestión y por lo tanto las adjudicaciones son puramente por precio.
Teniendo en cuenta lo anterior, la capacidad de las empresas para promover propuestas técnicas de innovación y mejora en los medios a emplear en la recogida, transporte y tratamiento de residuos con el objetivo de incrementar la calidad del servicio, es nula; Limitando a las empresas a centrarse en la estrategia de cumplir el pliego con los mínimos medios posibles, centrándose en la reducción de costes propios, de los servicios subcontratados a proveedores, y de los márgenes comerciales del proyecto. Y a esto hay que añadirle la necesidad de tener la capacidad de «predicción» para evitar caer en baja temeraria
Esta situación ha provocado que el incremento en la recuperación de residuos valorizables, no sólo a través de la recogida selectiva, si no especialmente en la recuperación de valorizables de los residuos mezclados anteriormente considerados rechazos con destino final vertedero, sea una de las principales estrategias en las propuestas técnicas y económicas para la optimización de dichos contratos. Hasta el punto de que en gran cantidad de proyectos su viabilidad económica depende íntegramente de los porcentajes de residuos valorizables que se espera extraer no sólo por la venta de los mismos, sino por la reducción del coste en la gestión del rechazo. Pero esto tiene un riesgo añadido, ya que el precio de los materiales valorizables oscila significativamente en periodos semanales.
Todo esto hace que la capacidad de los técnicos de una empresa del sector para predecir los porcentajes de separación aplicando determinadas técnicas, y lo más importante, los precios medios en los que va a oscilar cada material valorizado, sea clave en el éxito o el fracaso de un proyecto actual de retirada, transporte y tratamiento de residuos.
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