Son muchos los estudios que afirman que el contacto con la naturaleza mejora la salud mental de las personas y su bienestar. Pero, ¿puede suponer esto un valor añadido para los espacios naturales protegidos?
Pese a que la biodiversidad es un asunto clave en la carrera por alcanzar una sociedad sostenible, cada vez se encuentra más amenazada. Las áreas protegidas continúan siendo el núcleo de las estrategias de conservación. Sin embargo, por diversos motivos tanto económicos como políticos, suelen estar bajo presión.
El estudio Economic value of protected areas via visitor mental health quiso comprobar la relación entre la mejora del bienestar de los visitantes a dichos espacios naturales protegidos y el ahorro de los costes de una mala salud mental. Lo que otorgaría a éstas áreas protegidas un valor añadido a través de la salud mental.
La mejora de la atención, la cognición, el sueño y la reducción del estrés son algunos de los beneficios del contacto con a naturaleza.
En cuanto a los costes de una mala salud mental, se podrían dividir en cuatro categorías: los costes de médicos y farmacéuticos; costes por tratamientos; la pérdida de productividad en el trabajo, tanto por absentismo como por «presentismo» y la derivación en comportamientos antisociales tanto en el ámbito privado como en el público.
Los beneficios de las áreas protegidas en la salud humana
Las conclusiones de dicho estudio fueron que efectivamente, existe una relación directa entre las visitas a espacios naturales protegidos y la salud mental y el bienestar. Lo que concedería un valor económico a estos espacios y a su conservación, ya que si no existiesen o no se pudiesen visitar, la salud mental podría empeorar. Pese a que ya había indicios de esta relación, el asunto nunca ha sido incluido en debates sobre la materia.
Tras los cálculos llevados a cabo en este informe, se estima que el valor de los servicios de salud representan, aproximadamente, un 4% del valor global de los servicios ecosistémicos (es solo una estimación inicial). Sin embargo, las economías de los países nunca han invertido de manera proporcional en la conservación de la naturaleza.
En Australia, los costes agregados derivados de la mala salud mental suponen alrededor del 10% del PIB. Según las conclusiones del informe, si no existiesen las áreas protegidas, ese coste aumentaría en un 7,5%.
Terapias al aire libre
Teniendo en cuenta los beneficios del contacto de los seres humanos con espacios naturales, las terapias basadas en la naturaleza y al aire libre, podrían pasar a formar parte de tratamientos más comunes. Esto requeriría de una colaboración entre médicos, psicólogos y profesionales del sector ambiental.
Sin embargo, este es un estudio preliminar. Aún se requieren más pruebas, recoger datos a nivel internacional, para conocer su impacto en diferentes culturas, países y sistemas de salud.
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