Esta afirmación podría convertirse en la frase de moda del año 2015 en el campo de la eficiencia energética, las energías limpias y el cambio climático. Su autor, la Agencia Internacional de la Energía (AIE); y lo afirma en la edición de éste año del informe sobre “Perspectivas de las tecnologías energéticas 2015” (en adelante ETP2015).
Realmente, se detalla más dicha afirmación asegurando que invertir en energías limpias no sólo es un medio para conseguir limitar el calentamiento climático, sino que tiene un rendimiento económico, ya que por cada dólar dedicado a esas tecnologías se evitará gastar casi tres en combustibles fósiles en el horizonte de 2050. Por tanto, es claro que el enfoque fundamental de dicho informe es de cara a los objetivos energéticos y bioclimáticos en el horizonte del 2050.
Cada capítulo del ETP 2015 proporciona recomendaciones en política energética que suponen un desafío para cualquier región o nación. Destacan cinco recomendaciones para sentar las bases de un futuro con bajas emisiones de carbono:
Los gobiernos deben desarrollar un plan de futuro basado en las energías limpias, particularmente en el contexto del acuerdo sobre el cambio climático CMNUCC de 2015. Es preciso identificar las acciones y los objetivos que mejor se adapten a los sectores y tecnologías para acelerar la descarbonización del sector energético. Los gobiernos deben garantizar que el apoyo va más allá del desarrollo de la tecnología para abordar los obstáculos políticos y de mercado.
Los responsables políticos nacionales deben promulgar políticas estables para facilitar el acceso a la financiación, reduciendo el riesgo para los inversores. Creo que a todos nos suena de algo todo esto en lo concerniente a las energías renovables.
Los negociadores internacionales deben basar sus ambiciones futuras de reducción de emisiones en una visión que incluya los avances esperados en materia de tecnologías energéticas. Los gobiernos deben tener plenamente en cuenta las tecnologías futuras que se implementarán mediante la innovación continua, así como las previsiones en materia de mejora de resultados y reducción de costes de las mejores tecnologías disponibles actualmente.
El apoyo público y privado debe ser medible. Los indicadores tecnológicos específicos para seguir los avances en materia de desarrollo y difusión deben completarse con sistemas de medición específicos de cada sector: generación de energía, edificios, industria y transporte. Un ejemplo evidente de este tipo de iniciativas es la certificación de la eficiencia energética de de los edificios o el cálculo de la huella de carbono en las actividades empresariales.
Los países de la OCDE deben respaldar las acciones en las economías emergentes y diseñar sus propias estrategias para abordar las necesidades de dichas economías. Este enfoque beneficiaría tanto al país que aporta la tecnología como al que la recibe y contribuye al mismo tiempo a la descarbonización de los sistemas energéticos mundiales.
Por último, destacar que, de acuerdo con el escenario central de los autores de este estudio, limitar a dos grados el calentamiento global requeriría reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 40%.
Cuando la comunidad internacional se prepara para tomar decisiones clave en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), los responsables políticos deberían fijarse en los grandes beneficios que la transformación del modelo energético actual podría aportar a la sociedad.
El análisis realizado por la AIE demuestra que es realista, y económicamente viable, mantener una agenda energética limpia, y que existen herramientas y mecanismos capaces de guiarnos hacia un futuro energético asequible, seguro y sostenible de cara al medio ambiente. Todo ello sin olvidar la necesidad de acelerar la innovación en tecnología energética mediante apoyos tanto institucionales como privados.
Puedes descargar el Sumario ejecutivo del informe en la Comunidad ISM.
El Instituto Superior del Medio Ambiente ha diseñado un área formativa específica en materia de Energía y Cambio Climático que proporcione los conocimientos y experiencias prácticas necesarias para hacer frente a los retos que se presentan en este ámbito en el futuro.